lunes, 20 de abril de 2015

FAMILIA Y ESCUELA: una relación complicada

Familia y escuela se necesitan mutuamente para cumplir su papel educador. Unos se refieren al niño como alumno, otros como hijo, pero al fin de al cabo se refieren al mismo individuo. La familia no puede pretender educar al hijo sin tener en cuenta el papel de la escuela y viceversa.

Ahora bien, en estos últimos años nuestra sociedad ha sufrido una serie de cambios sociales, culturales y económicos que han tenido o deberían tener, su reflejo en todos los ámbitos, incluidos el escolar y el familiar.


LA FAMILIA. PRINCIPALES CAMBIOS

En la última mitad del siglo XX la familia española ha sufrido un proceso de trasformación debido a la necesidad de adaptación a los cambios económicos, sociales y culturales acaecidos, y que siguen sucediendo. Del Campo y Rodríguez-Brioso indican que los cambios ocurridos en el interior de la familia han sido múltiples: demográficos (tamaño, diversidad en los tipos de hogar…), de las actividades y comportamientos, de los derechos y estatus de los miembros, de las relaciones de pareja y entre padres e hijos, de la armonía conyugal y de la simetría de la pareja… (Del Campo  y Rodríguez-Brioso, 2002), que han hecho que hoy en día la familia está en una realidad cambiante, impredecible (Hernández Prados, 2005), aunque hace unos años pareciera una institución inmutable.

Hoy en día hay una gran diversidad de familias, esto se debe a diversos cambios:

·         Cambios en el tamaño de la familia: el paso de una sociedad rural a una industrializada hizo que la escuela se tuviera que adaptar a la nueva situación, pasando así de familias más extensas a las formadas por padres e hijos

·         Cambios en el ciclo vital de la familia: la evolución de la natalidad tiene su reflejo en las familias: por un parte, se tienen menos hijos, por otra, la edad media de maternidad es de unos 30 años, más tardía que antes. Es decir, tenemos menos hijos y cada vez más tarde, algo que indudablemente tiene repercusiones en la institución familiar.
Según un artículo reciente publicado por el diario El Mundo los jóvenes españoles no se independizan hasta una media de 28,9 años (de los más tardíos en la UE), antes abandonaban el hogar familiar antes.
El descenso de la mortalidad y el aumento de la esperanza de vida han provocado por un lado un alargamiento del ciclo familiar y ha hecho que surjan problemas como el ocuparse de los miembros de la tercera edad.

·         Noviazgo y matrimonio. En España ha habido una considerable bajada de la tasa de nupcialidad, lo que ha favorecido a la aparición de otros tipos de familias. Un estudio reciente llevado a cabo recientemente por El Diario revela que hoy en día los españoles se casan, de media, 11 años más tarde que en 1976.

·         La incorporación de la mujer al mundo laboral es uno de los cambios más importantes en las familias desde la democracia, aunque hoy en día el número de padres que trabajan fuera de casa es aproximadamente del doble que de madres. Esta incorporación supone una renegociación de quién tiene el poder en la casa, además hace más complicada la conciliación del horario laboral y escolar, y por tanto de la vida laboral y familiar. (Feito, 2006)

·         Cambios en los valores de las familias.
En toda transformación se dan unos nuevos valores que dan lugar a comportamientos novedosos. Para Del Campo, las nuevas formas de familias pertenecen a la sociedad post-materialista y comparten sus valores: auto-expresión, tolerancia, igualdad, libertad y calidad de vida con los más destacados (citado en Estévez Estévez, Jiménez y Musitu, 2007)

Estos valores se traducen en comportamientos como: priorizar la democratización en la relación entre los cónyuges, uso voluntario y racional de la concepción, flexibilidad e igualdad en los roles de género, mayor autonomía y libertad en la relación de pareja…

Alberdi (citado en Estévez et. al, 2007) habla de una democratización de la familia, destacando que los principales valores de la familia española actual son:

-          Libertad: por ejemplo a la hora de que los miembros de la pareja elijan separarse, tener hijos… además ellos también gozan de más libertad de actuación y decisión.
-          Bienestar: hay una búsqueda de bienestar y felicidad de los miembros.
-          Igualdad: las dos personas que forman una pareja son iguales ante la ley, y todos los hijos tienen los mismos derechos.
-          Solidaridad: estaba arraigado en la familia tradicional y se mantiene en nuestros tiempos
-          Tolerancia a la diversidad: hay mayor tolerancia hacia tipos de familias mal vistos y no aceptados en épocas anteriores.
-          Modelos de felicidad: la meta actual de la familia es conseguir la felicidad de sus miembros
-          Individualismo: es una idea muy presente en nuestra sociedad junto con el valor de la vida privada. Hombres y mujeres tienen mayor deseo de construir su propia biografía individual, necesitan individualizarse, de conseguir la autorrealización personal. “De una biografía más lineal, con un ciclo de vida predeterminado, se está pasando, con la ampliación de espacios, opciones y posibilidades sucesivas de autorrealización, a una «biografía de retazos», donde los comienzos y despedidas se van convirtiendo en una imagen más habitual” (Bolívar, 2006). Esta es una de las causas del aumento de divorcios, de que cada miembro de la familia “vaya más a su aire” (por ejemplo es habitual que cada hijo tenga su propia habitación, o que incluso cuando estén todos en la misma estancia estén haciendo cosas distintas)…


Estos valores que se dan en las familias llevan consigo diferentes comportamientos, como por ejemplo distintos estilos educativos para los hijos.
Podemos diferenciar 4 estilos educativos:

Estilo de socialización
Principales características
Estilo autoritario
-          exigencia de obediencia versus autonomía
-          uso el poder y de las normas rígidas
-          control y evaluación de la conducta y actitudes de los hijos
-          comunicación mínima y unilateral
-          escaso apoyo y afecto
-          escasa atención a las demandas de los hijos
-          uso probable del castigo físico

Estilo autorizativo
-          estímulo de autonomía con límites claros
-          elevado control razonado de la conducta
-          los padres muestran agrado antes el comportamiento positivo de los hijos
-          buena comunicación y uso del diálogo
-          apoyo y respeto a los hijos
-          escucha y respuesta hacia las demandas de los hijos.
Estilo negligente
-          elevada autonomía material y afectiva
-          escasos límites y baja supervisión
-          indiferencia ante comportamientos positivos o negativos
-          escasa comunicación y diálogo
-          escaso apoyo y afecto
Estilo indulgente
-          elevada autonomía y escaso control
-          escasas reglas y límites a los hijos
-          buena comunicación y diálogo
-          elevado apoyo y afecto
-          respuesta ante las demandas de los hijos.



Un estudio llevado a cabo por Picardo en 1999 revela que aproximadamente el 53% de las familias españolas usan un estilo autorizativo; sin embargo encontramos una tendencia al uso cada vez más de estilos permisivos (solo un 9% de los padres usan un estilo autoritario)

Aguilar Ramos considera que “las familias necesitan un marco de referencia para guiar, orientar y educar a sus hijos, porque este mundo cambiante, de inestabilidad e incertidumbre fomenta inseguridad, miedo y confusión en los padres, ya que las viejas creencias, los valores vividos y la educación recibida parecen no servir para educar a la generación actual” (citado en Hernández Prados y López Lorca, 2006, p.4). En las familias de antes, el estilo autoritario era más común, las relaciones eran más autoritarias, pero como hemos visto cada vez más se usan estilos más democráticos. Este estilo autorizativo o democrático tiene efectos positivaos para el hijo refiriéndonos a su autoestima, desarrollo de la empatía y la tolerancia, aprendizaje de estrategias de resolución de conflictos y problemas… Las razones son: mejor uso del afecto y acercamiento positivo hacia los hijos, fortalecimiento de su autonomía en las acciones y razonamientos, control razonable y hasta cierto punto negociado con los hijos, aumento de la comunicación entre padres e hijos, responsabilidad hacia las necesidades y demandas de los hijos y demandas hacia los hijos ajustadas a sus propias características (Estévez et. al, 2007)


Tipos de familias

Viendo algunos de los cambios que se han dado en la familia podemos pasar a ver cuál es la diversidad de familias. Los distintos tipos de familias según sus miembros y las relaciones (de matrimonio, pareja de hecho…) entre ellos son:
  •  FAMILIA NUCLEAR: dos cónyuges unidos en matrimonio y sus hijos.
  • COHABITACIÓN (pareja de hecho): convivencia de una pareja unida por lazos afectivo, pero sin el vínculo legal del matrimonio. En muchas ocasiones se plantea como la etapa previa al matrimonio.
  • HOGARES UNIPERSONALES: compuestos por una sola persona, generalmente jóvenes solteros, adultos separados o divorciados y ancianos viudos
  • FAMILIAS MONOPARENTALES: formadas por una madre o un padre que no vive en pareja (casada o en cohabitación) y que vive, al menos, con un hijo menor de 18 años. Actualmente se incluyen los hijos mayores de edad.
  • FAMILIAS RECONSTRUIDAS: familia que, después de una separación, divorcio o muerte de uno de los conyugues, se rehace con el padre o la madre que tiene a cargo los hijos y un nuevo cónyuge que puede o no aportar hijos propios. En la actualidad, también se podrían considerar en esta categoría las familias reconstruidas en cohabitación.

 Según datos aportados por Simón (2000) en España la familia nuclear representa un 55% del total, las familias sin hijos y los hogares unipersonales van cobrando protagonismo (18% y 15% respectivamente) (citado en Estévez, Jiménez y Musitu, 2007).


LA ESCUELA

La LOMCE establece que “el alumnado es el centro y la razón de ser de la educación” y que “el aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas autónomas, críticas, con pensamiento propio”. La Constitución española (art. 27,2) afirma que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”. “Educación que abarcará, por tanto, formación e información, técnica y valores, de manera que forje primero hombres, luego ciudadanos y después profesionales.”(Hernández Prados et. al, 2006, p.9).

A esta función recogida por la ley se unen otras muchas que en un principio deben ser cubiertas por los padres. Nos encontramos en una época en la que estos se han desvinculado en cierto modo, y cada vez más, de la educación de sus hijos, por lo que funciones que supuestamente han de ser llevadas a cabo por ellos recaen ahora sobre la escuela. Para Hernández Prados et. Al “cambios en la organización familiar y otros de carácter cultural, parecen indicar que las familias actuales se implican menos en la educación de sus hijos” (2006, p.6).

La realidad escolar es muy compleja y unida a otras cuestiones como esta desvinculación, el excesivo tiempo que se les dedica en las escuelas a la administración, papeleo, la heterogeneidad de alumnos… hace que cada vez sea más complicado cubrir esa función educativa. Además, hay funciones que no pueden ser asumidas totalmente por la escuela, por ejemplo la educación en valores. Para ser educado en valores hay que vivir un conjunto de experiencias que no se pueden limitar al contexto escolar, también se debe incluir entre otros el familiar (Hernández Prados citado en Hernández Prados et. al, 2006), por lo que no basta con una simple asignatura teórica.

A esta problemática de las funciones a cumplir por los profesores se une la diferencia generacional con su alumno.  En muchos de los profesores de hoy en día, esta diferencia es considerable, lo que provoca que posean distintos valores. Un ejemplo sería el valor del esfuerzo, los niños de hoy en día, por lo general, lo consiguen todo fácilmente, por lo que rechazan aquello que les supone realizar un esfuerzo (y la educación requiere un mínimo de esfuerzo); en los tiempos de sus profesores esto no era así.

En la realidad escolar los profesores se han convertido en psicólogos, asistentes sociales, transmisores de conocimientos… muchas de estas funciones antes eran tratadas por las familias limitándose la escuela a la formación intelectual. “Ser profesor implica una labor técnica (docente) y una vocación personal (educador)” (Hernández Prados et. al, 2006, p.10). Por si fuera poco, gran parte de la sociedad y de las familias desprestigian su función, desprestigiando entonces la cultura escolar.

Es decir, las familias se desvinculan de la educación de sus hijos, relegando la función casi por completo a la escuela y por tanto a la labor del profesor. Por otra parte no valoran y desprestigian esta función, y a pesar de ello no participan en la escuela para intentar hacerla mejor: no la consideran de valor, le están dejando casi en exclusiva la función de educar a su hijo o hija y siguen desvinculándose aún más de la función educativa.

Además, por muy bien que el docente realice su trabajo, este nunca podrá sustituir la labor socializadora de la familia, no podrá cubrir todas las necesidades que teóricamente deberían de ser cubiertas por los familiares, como hablábamos antes de la educación en valores a pesar de la escolarización de los valores que se está haciendo.

La escuela tiene unas limitaciones evidentes, muchos alumnos, muy heterogéneos, falta de medios, jerarquización de las relaciones… Por ello se hace necesaria la participación de la familia y la sociedad, es necesario que estas asuman papel en la educación de las generaciones futuras (Hernández Prados et. al, 2006). Pero a la hora de que los padres participen en las escuelas hay que poner unos límites, limites que suponen un problema, ellos no viven el día a día en los colegios,  “su derecho a participar deriva de la patria potestad (…), nuestro modelo constitucional, siguiendo en esto la tradición jurídica occidental, consagra la participación de los padres en tanto que progenitores y no en tanto que ciudadanos.” (Feito, 2010, p.99).

Toda esta problemática citada se agranda sin tenernos en cuenta que seguimos teniendo el mismo sistema educativo, los profesores siguen recibiendo la misma formación, o con muy pocos cambios, desde hace tiempo; es decir la educación no se ha adaptado a la sociedad actual, ni más concretamente a los cambios en las familias, ya recogidos.


RELACIÓN ENTRE FAMILIA-ESCUELA

Para Feito (2010, p.90) “hay una cierta estigmatización de la familia por parte de determinados sectores del profesorado”. En el Informe sobre la situación del profesorado de 2004, se remarcó la necesidad de que los padres se implicaran en la educación de sus hijos. Según este estudio «la colaboración entre profesores y padres es un requisito necesario para mejorar la calidad de la enseñanza y una asignatura pendiente en el funcionamiento del sistema educativo». Como hemos visto, todo el peso que recae en la actualidad sobre la institución escolar no puede ser asumido sin ayuda.

Ahora bien, la colaboración de padres y profesores es necesaria para la mejora de la educación, pero la realidad es que muchos padres no tienen el tiempo necesario para llevarla a cabo, lo que es visto por los docentes como una falta de implicación; y muchas veces los profesores son reacios a que los padres participen en las escuelas (debido a que estos los desprestigian, consideran que los padres no tienen los conocimientos necesarios para ello…), los horarios escolares y laborales también suponen un problema debido a su escasa o inexistente flexibilidad…

Para Feito (2006) la participación de los padres en la escuela se hace más complicada y necesaria en el momento que escolarizamos a toda la población, cuando hacemos la escuela obligatoria. Si solo van a la escuela los hijos de los privilegiados cuyas familias tienen una determinada cultura que coincide con la de la escuela, la participación se hace innecesaria. Pero cuando entran “los distintos” se produce un choque de culturas. Nuestro sistema educativo actual es obligatorio de los 6 a los 16 años de edad, por lo que esta necesidad de colaboración es aún más evidente.

 La necesidad de una colaboración entre ambas instituciones hace que por una parte se tengan que desarrollar medios para llevarse a la realidad y por otra implica que sea necesaria una formación de calidad para el profesorado “no sólo en las cuestiones didácticas, sino también en las relaciones éticas que éstos deben mantener con los niños y con padres; así como el desarrollo de las habilidades y capacidades necesarias para favorecer la tan deseada cooperación de la familia” (Hernández Prados et. al, 2006, p.12)

Estas medidas deben ser tomadas ya que la relación entre familia-escuela favorece el rendimiento del niño, viendo como iguales los objetivos educativos de ambas instituciones. Los padres muestran un actitud positiva hacia el centro, lo que favorece a que el profesor cumpla su función (si los padres critican constantemente al profesor, quitándole autoridad, luego el niño no lo va a respetar), además el profesor se sentirá más motivado, lo que se refleja en una forma de trabajo que tiene consecuencias positivas para el niño.

Garreta en 2009 llevó a cabo un estudio sobre qué significado tenía el participar los padres en las escuelas. Las definiciones que más porcentaje obtuvieron fueron: participación en las reuniones, seguimiento de la evolución de sus hijos y asistencia a las tutorías. Las que menos: hacer que los hijos leguen puntuales y asistir a charlas para formarse (citado en Feito, 2010).


TIPOS DE PARTICIPACIÓN DE LOS PADRES EN LAS ESCUELAS

Dos tipos de participación por parte de los padres se distinguen:

*       Participación individual
Es apoyada por los grupos conservadores y la mayoría de los profesores. El padre asiste a tutorías con el tutor, en las que por lo general se informa del rendimiento de sus hijos, aunque en algunos centros se intenta que el profesor lleve a cabo un seguimiento más profundo del alumno. Tiene efectos positivos, aunque por lo general los padres no suelen acudir al centro por falta de tiempo.
La participación de los padres se limita a ayudar con los deberes, participar en algunas actividades organizadas por el centro…

*       Participación colectiva
En esta forma los padres tienen capacidad de decisión sobre determinados aspectos de la gestión del centro… Los grupos conservadores intentan minimizarla al máximo. Esta es más apoyada por grupos más progresistas y el sector más innovador de los profesores (defienden que deben existir ambos tipos).
Se realiza mediante los Consejos escolares, AMPAS, reuniones de padres y escuelas de padres (que incluyen actividades que tengan en fin para dar conocimientos, destrezas y habilidades para desarrollarse como padre o madre. Un ejemplo sería la CEAPA (Confederación de Asociaciones de Padres/Madres de Escuelas Públicas), a la que hemos hecho referencia antes. Muchos centros tienen su propia escuela, no es una forma de participación como tal, pero si ayudamos a formarse a los padres como lo que son, las consecuencias en la educación de sus hijos son positivas. Algo parecido serían los centros de orientación familiar.

POSTURA DE LOS PROFESORES

Como hemos visto solo los profesores más innovadores apoyan que los padres tengan una implicación más directa en su labor como docentes, a pesar de que muchas veces se sientan desbordado por cumplir funciones que sienten que no les corresponden, y critique esta situación. Muchos quieren padres que ayuden cuando se les necesite, son los profesores los que determinan estas necesidades.  Por una parte quieren que participen, pero por otra la consideran una intromisión en su trabajo.

Muchas veces no se les saca el máximo beneficio posible a las tutorías con los padres, una de las causas es la poca preparación de los profesores en este sentido, la idea de que su salario es demasiado bajo o la sensación de un trabajo demasiado poco valorado para realizar un seguimiento individual a cada alumno…
Algunos profesores consideran que los profesores no están capacitados por falta de formación, para participar en los Consejos Escolares, considerándolos como que se están inmiscuyendo en si trabajo, por lo que pueden poner barreras a la hora de que estos tomen decisiones…

Los profesores tienen que tener en cuenta que son intermediarios entre cultura escolar y familiar, por lo que dentro de su formación se debe tener en cuenta este hecho. r. Así se superarían los temores de los docentes a la intromisión de los padres en sus tareas, y se interpretaría la participación en el sentido de colaboración y apoyo mutuo para diseñar de forma conjunta su proyecto común (Aguilar citada en Hernández Prados, 2006).


 
POSTURA DE LOS PADRES

Por otra parte, ¿qué esperan los padres de la escuela? Según un estudio realizado por la CEAPA (citado en Hernández Prados et. al, 2006) las características que los padres quieren en un sistema educativo son:
  • §  Que asegure que en las escuelas cuentan con las necesidades materiales y profesionales necesarias para los niños
  • §  Que les dé una formación competente a nivel europeo
  • §  Que preparen a los hijos para un futuro profesional
  • §  Que se revisen los contenidos curriculares, los cuales tienen que formar a ciudadanos cultos y críticos
  • §  Una escuela en la que el profesorado trabaje como un equipo y que haya un seguimiento más individualizado del alumno
  • §  Que se revisen las metodologías, se apuestan por aquellas innovadoras
  • §  Que se realice una reflexión de la finalidad del sistema escolar
  • §  Un sistema que se amolde a cambios sociales y familiares
  • §  Que en las escuelas se consolide la democracia

Vemos que son muchas funciones como para desvincularse por completo de ella y desprestigiar su cultura. La realidad es que muchos padres consideran su implicación y participación en las escuelas importante (sobre todo en la etapa de infantil), pero no la llevan a la práctica, o no al menos como sería deseable.


  •           Varios informes indican que sí hay implicación de los padres en la educación de los hijos. Informes como el de Marchesi en El fracaso escolar en España (2003), indica que más de la mitad de los alumnos españoles recoge clases de apoyo o refuerzo fuera de la escuela. En el estudio de Pérez-Díaz, Rodríguez y Sánchez (2001: 133) sobre familia y educación se constata que la mayoría de los padres (54%) tiene la sensación de estar ocupándose más de la educación de sus hijos que lo que hicieron sus padres por la de ellos. (Feito, 2010)


También consideran que están implicados en cuanto que eligen el centro al que irá su hijo, eligen aquel que consideran que, por calidad y prestigio, les va a formar mejor. Esta decisión se convierte aún más importante si consideramos que los padres van a dejar toda o gran parte de la labor educativa en manos de la escuela, como si fuera una especie de servicio que contrataran. Cuando aparecen problemas con el rendimiento escolar o de comportamiento vierten toda la responsabilidad sobre la escuela, exigiendo, como si ese servicio hubiera fallado.
  •  Pero por otro lado consideramos su participación más allá que llevar a una academia al niño o elegir el centro que consideran más adecuado. Muchos padres no acuden a las escuelas, a las tutorías, reuniones con el profesor, incluso critican la escuela o desautorizan al profesor; esto convierte la idea de elaborar un proyecto educativo para el alumno común entre familia y escuela e algo difícilmente realizable (Hernández Prados, 2006).


Muchos órganos de participación colectiva no resultan tan buenos a la hora de que los padres participen como deberían (por ejemplo en los Consejos Escolares la proporción de padres es insignificante).
Por otra parte, algunos padres consideran que los profesores pueden tomar represarías contra sus hijos, del mismo modo tampoco conocen muy bien cuál es su función dentro de las escuelas, consideran que la función educativa es de los profesores y ellos mismos consideran la participación como un intromisión. (Feito, 2010)
Aunque por lo general, se considera cualquier intervención de los padres en las escuelas como positiva,  no es así (muchos padres que solo se preocupan del plano cognitivo del niño ignorando otros, otros exigen demasiado a su hijo, los hay que solo tienen en cuenta a sus hijos y desfavorecen al grupo de iguales…)


TIPOS DE RELACIÓN ENTRE FAMILIA Y ESCUELA

Torres (2007), nos señala cuatro tipos de relación:
v  ƒ  Burocrática: las familias acuden al centro sólo cuando son convocadas para algún trámite burocrático (compra de materiales, horarios, cuotas,…)
v  ƒ  Tutelar: la familia participa en aquellas  tareas específicas que programa unilateralmente el profesorado: Cursos, charlas, escuelas de padres,…También cuando se demanda el apoyo familiar para vigilar el rendimiento escolar, lo que transmite la idea de que la familia ha de participar sólo cuando su hijo/a va mal en los estudios.
v  ƒ  Consumista: las familias “eligen “centro en función a la información social o estereotipada de lo que es una buena o mala educación y los centros seleccionan a los alumnos con mejor rendimiento para tener una buena fama, la relación se basa en mantener ese beneficio neoliberal mutuo.
v  ƒ  Cívica: relación basada en la participación, la toma de decisiones compartidas, la cooperación y la resolución de problemas. (Citado en Sánchez y García, 2009)

¿HORARIOS INCOMPATIBLES?

La realidad es que muchos padres no tienen el tiempo suficiente como para implicarse más en la educación del hijo, acudir a las tutorías, a las reuniones de padres, formar parte de los consejos escolares… por falta de compatibilidad con el horario laboral. En las familias es el horario laboral el que rige la vida y organización familiar. Muchos padres tienen que trabajar festivos, hacer guardias, trabajar cuando los niños tienen escuela… Este horario goza de poca flexibilidad, tampoco pueden presumir de tenerla. Como indica Obiol Francés (2011) el horario escolar es un horario reacio al cambio a pesar de las reclamaciones de las familias de flexibilizarlo ante la imposibilidad de poder hacer lo mismo en su horario de trabajo. A esto se le añade el impacto de la incorporación de la mujer al mundo laboral, cuando la mujer ha sido tradicionalmente la que se ha encargado del cuidado de la casa-familia. (Obiol Francés, 2011)

En el caso español las medidas van por dos lados

  •           La educación infantil, la de 0 a 3 años y en especial la de 3 a 6, que se encuentra integrada en nuestro sistema educativo. La educación infantil, aparte de tener una importancia considerable en el ámbito educativo es una herramienta básica para la conciliación de la vida familiar y laboral.
  •           Las licencias parentales, como las bajas de maternidad o paternidad



Como es lógico, la situación se complica en las familias monoparentales, en la que no hay forma posible de combinar horario de ambos padres para intentar cuadrar el horario escolar.

Siguiendo a Cardús (citado en Obiol Francés, 2011) se identifican tres puntos problemáticos:

  1. -          Calendario escolar: el largo periodo de vacaciones de veranos combinado con otro periodo de jornada intensiva hace más difícil la organización familiar. Esta se vuelve más complicada si tenemos en cuenta las festividades variables (puentes…)
  2. -          Horario escolar: es incompatible con la mayoría de horarios laborales. Un horario inflexible, con diferentes horarios según niveles (ESO y Primaria por ejemplo) ayudan a que esto sea así
  3. -          Actividades extraescolares: por un lado pueden ser un instrumento de conciliación de horarios, por otra parte pueden descoordinar la organización familiar. Además si tenemos en cuenta el coste puede acrecentar las desigualdades entre familias



 Conclusión

Tanto profesores como padres conocen la importancia de la implicación de los primeros en la educación de los hijos. Sin embargo los padres siguen delegando funciones que deberían ser cubiertas total o parcialmente en la familia, lo que provoque que los profesores se sientan desbordados y que tengan la sensación de cumplir funciones que no les corresponden, además de porque corresponden a los padres, porque muchas veces estos sienten que su trabajo está desprestigiado por la sociedad y los propios padres y muchas veces por sus condiciones laborales (salario, horas de trabajo no reconocidas…). Esto puede provocar que, a pesar de saber que los padres deben tener un papel más significativo en las escuelas que el actual, no acepten esta colaboración, poniéndole trabas (no considerándolos formados para tal participación…).

Gran parte de esta problemática se debe a la incompatibilidad de conciliar la vida familiar y laboral, ya que tanto escuela como trabajo tienen horarios muy poco flexibles. Además, no se están teniendo en cuenta la actual diversidad en las familias, ni los cambios sociales, entre los que cabe destacar para el problema que tratamos la incorporación de la mujer al mundo laboral.

BIBLIOGRAFÍA

Carmen López Pinós

2º PRIMARIA A

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